jueves, 6 de enero de 2011

LA FAMILIA ENSAMBLADA DE VACACIONES


“..La pareja y los hijos de él, rumbo al mar. La pareja lleva seis meses de casados y éstas son sus... ¡primeras vacaciones en familia!
 Para ella, éste es su primer matrimonio, el segundo para él. Desde el comienzo, los hijos del esposo - de 9 y 11 años - han ido “de visita” al nuevo hogar, dos veces por semana, un fin de semana por medio y ahora pasarán todos juntos las vacaciones.

Mientras él maneja con aire despreocupado, ella sueña con los momentos románticos que le esperan con su marido frente al mar y... ¡espera que los chicos no interfieran demasiado!
Los chicos, - en el asiento de atrás – recuerdan otras vacaciones, cuando iban de pesca con su papá. Durante varios años - después del divorcio – veraneaban en la playa con el papá y después iban al campo, a casa de la abuela con la  mamá.
Quieren qué este año sea tan divertido como los anteriores y...  ¡esperan que “ella” no se entrometa demasiado!
Seguramente, el hombre “tironeado” entre las expectativas de su nueva esposa y las de sus hijos, tratará de conformar a todos sin lograrlo.

Y... subrepticiamente el conflicto estalla en medio de las  ¡tan ansiadas vacaciones!

Dora Davison. Familias Ensambladas. Mitos y realidades de los tuyos, los míos y los nuestros. Ed. Vergara. Bs. As. 2004
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Las familias ensambladas (reconstituidas) suelen enfrentar situaciones impensables para una familia tradicional, y las vacaciones pueden ser una de ellas. Especialmente en las primeras etapas, la presencia de nuevos miembros con gustos, hábitos y costumbres diferentes, ponen a prueba la capacidad de negociar. Chicos acostumbrados a veranear en la playa, donde esperan encontrarse con amigos, pueden arruinar las vacaciones cuando, siguiendo los hábitos del nuevo marido de la madre, se decide veranear en las sierras. Si él se limita a aceptar “de mala gana” ir a la playa, probablemente su mal humor ¡arruine las vacaciones”. A veces, los conflictos parecen no tener salida.

“Yo sólo dispongo de diez días en todo el año para mis vacaciones, y para mí es importantísimo pasarla bien. No estoy dispuesta a que se me arruinen y después tener que esperar todo un año....” – explicaba angustiada una madrastra.

La necesidad emocional de “no fracasar esta vez” puede conducir a la nueva pareja a exigirse demasiado. Un viaje romántico, que a la vez, sea divertido para los chicos, que fortalezca la relación del progenitor con sus hijos y que además, afiance el vínculo de la madrastra o del padrastro con sus hijastros, está destinado al fracaso de antemano. Cuando se exigen menos, las relaciones se distienden y es posible compartir buenos momentos y vivir gratas experiencias.

Por otro lado, como durante las vacaciones, la nueva pareja y los chicos comparten más tiempo juntos, se ve favorecida la emergencia de expectativas más acordes con la familia tradicional que con la realidad de la familia ensamblada. Los sentimientos y los anhelos que muchas veces, irrumpen en el ánimo de padres, esposos, padrastros, madrastras, hijos e hijastros en esta ocasión, no son un tema menor. Sin embargo, las parejas ensambladas no debieran alentar el mito de ser “la gran familia feliz de vacaciones”, para evitar equívocos y frustraciones. 


Tampoco es bueno tomar decisiones movidas por sentimientos de culpa, sólo se conseguirá complicar - aún más - las cosas. Un padre que se siente culpable por el poco tiempo dispensado a sus hijos durante el año, puede esperar compensarlos en las vacaciones dedicándose en exceso a ellos: El tiempo dedicado a los hijos no suplirá su falta de dedicación durante el año, pero seguramente logrará que su nueva esposa se sienta sola.


Hay mujeres, especialmente si no tienen hijos propios, que se culpan a sí mismas por no desear compartir las vacaciones con los hijos de su marido y viceversa cuando se trata de los hombres. Sin embargo, no deberían reprocharse por tales sentimientos, es natural que alberguen expectativas más románticas.  

A veces, las expectativas están relacionadas con marcaciones de género: las madrastras con hijos propios, suelen esperar mayor seguridad y apoyo de parte de su esposo, mientras que los padrastros con hijos esperan que ella cuide a los chicos como una “verdadera madre”.

Las “familias ensambladas exitosas” aseguran que el secreto está en no tener expectativas irreales, en planificar hasta los menores detalles y tomar las decisiones en conjunto.
Una regla de oro es “que todos puedan participar en los arreglos y anticiparse a los hechos”. Las decisiones no deben tomarse en forma imprevista, ni unilateral y esto incluye - en lo que respecta a fechas y duración - al progenitor residente en el otro hogar de los chicos. Las posibilidades financieras, el tiempo disponible y las preferencias de cada uno, deben ser cuidadosamente evaluados.
Efectivamente, cada miembro de la nueva familia, debe tener la oportunidad de expresar abiertamente sus deseos y ser escuchado/a por el resto. De este modo, existirá la posibilidad de revisar y aclarar las expectativas irreales, así como de negociar y conciliar los deseos incompatibles de manera creativa. 

Tal vez, un niño necesite verdaderamente un tiempo a solas con su progenitor y en ese caso, será conveniente que ambos salgan solos de viaje por unos pocos días. Tal vez, la pareja necesite, además de las vacaciones familiares, una “escapada”  a solas.

Una vez, aclaradas las expectativas de cada uno y las posibilidades realistas, la familia ensamblada estará en condiciones de planear detalladamente las vacaciones.
Los planes deben incluir algunos momentos a solas de la pareja, algunos momentos a solas de cada progenitor con sus hijos y momentos compartidos con toda la familia. En los momentos a solas de la pareja, las madrastras y los padrastros sentirán, que son tomados en cuenta como esposas/os. Los chicos,  por su parte, sentirán que no han perdido “del todo” la relación exclusiva con el papá o la mamá de la que tanto disfrutaban antes de la aparición del nuevo miembro y que había sido un consuelo después de la separación. Los buenos momentos compartidos entre todos, contribuirá a desarrollar el sentimiento de identidad y pertenencia familiar de cada miembro. Estos planes cuidadosamente diseñados con las expectativas posibles de todos y de cada uno, hacen la gran diferencia y no debieran quedar librados al azar.

Una buena formula para lograr acuerdos es:
  • diferenciar los problemas de las personas involucradas: “la persona no es el problema”
  • expresar los deseos en primera persona sin acusar ni excluir a nadie, recordar decir: “a mi me gusta ...
  • tener una visión positiva
  • recordar que comprender el punto de vista del otro, no significa ceder.
Los acuerdos sobre vacaciones, en lo que respecta a las fechas y el tiempo programado, deben incluir - con suficiente anticipación - al otro progenitor para que nadie se vea perjudicado en su descanso. Un cambio de planes de  último momento, obviamente resultará en hostilidades perjudicando a todos, pero muy especialmente a los niños.

Probablemente, planear las vacaciones con tanto detalle, demandará paciencia y esfuerzo, pero, si la pareja ensamblada quiere disfrutar de unas vacaciones en familia y continuar casados, ¡deberá hacer el esfuerzo!

Dora Davison

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